miércoles, 7 de enero de 2015

La Nueva Empleada [Capítulo 5]

CAPÍTULO 5

Nicole y Rogelio llegan. Éste último cargando en sus brazos a Mateo.

Nicole (muy extrañada): ¿Qué hacen ustedes dos solos ahí encerrados?

Nataly se sorprende, pero a la vez sonríe con ternura al ver que Mateo también se alegra al verla. Mientras tanto, Rogelio y Nicole se miran entre sí, también muy sorprendidos y desconcertados ante tal encuentro. Un momento más tarde, dentro de la casa Morales, están todos ellos reunidos en la sala. Nataly carga en sus brazos a Mateo, sin embargo le es necesario dejarlo a un lado ya que debe levantarse de uno de los sofás, donde correspondientemente están todos sentados.



Mateo: (ver que Nataly lo bajará) No quiero…

Nataly: (sonriendo) Dame un momento por favor.

Mateo accede, bajándose de Nataly y sentándose solo en el asiento. Nataly con mucha resignación y sintiéndose un tanto humillada, se arrodilla en el piso.

Nataly: Necesito volver a trabajar aquí. Por favor.

Alejandro (molesto): ¿¡Con permiso de quién!? ¡Vete!

Rogelio: ¡Hijo! Entiéndelo… A excepción de ti, yo, Mateo y por supuesto mi esposa Nicole, queremos que esta muchacha regrese a trabajar. No tienes ningún derecho a impedirlo.

Alejandro: Traeré de vuelva a la abuela.

Rogelio: Siendo así, esta joven trabajará aquí como si nada hasta que Rosa regrese. Yo también quiero a la abuela, estoy muy agradecido con ella, porque nos sirvió por mucho tiempo y cuidó de nosotros. Pero ponte en lugar de Mateo, así como tú la quieres a ella, él quiere a Nataly.

Nataly: Si encuentran a la abuela, me iré de la casa sin protestar. Quiero estar al lado del niño, eso es lo que más importa. Por favor Madam y señor Rogelio.

Nicole: (a Rogelio) Querido, habíamos planear ir a cenar. ¿Qué crees que debemos hacer?

Rogelio: Cenaremos en casa (se para). ¡Problema resuelto! Ya todos saben cuál es la decisión.

Rogelio se va, acompañado de Nicole. Mateo se abraza a Nataly, ésta sonríe, incómoda a la vez por la mirada tan molesta que tiene Alejandro.

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CASA DE LA FAMILIA RIVERO
HABITACIÓN DE TERESA

Teresa está sentada en su cama, usando gafas y leyendo un libro. Su esposo Alonso está dentro del baño. Cecilia entra al cuarto corriendo, con un anillo.



Cecilia: ¡Hermana! Mira esto (le entrega el anillo). Lo encontré en el cuarto de la sirvienta. ¿Te das cuenta? Alonso nos dio a las tres el mismo tipo de anillo.

Teresa (indignada): Esto es el colmo. Soy su esposa, tampoco debió haberte dado algo a ti. Con esto, me doy cuenta que Alonso y la sirvienta tiene un romance. Tendré que investigar. Esa mujer no podrá seguir quedándose aquí en caso de que sí tenga algo que con mi esposo. No me importa lo necesitada que esté.

AL DÍA SIGUIENTE
VECINDARIO STREET WINKLENT

Alejandro con ropa deportiva, está trotando por la carretera. Se encuentra a Adriana quien también estaba haciendo lo mismo en la mañana.



Alejandro (sonriente) ¡Hola! ¿Haciendo deporte?

Adriana: (también sonriendo) Así es. A esta hora, es demasiado saludable.

Alejandro: Así es. ¿Qué te parece si trotamos juntos? Íbamos por lados opuestos.

Adriana: ¡Claro! Me parece una excelente idea. Aunque ya pronto iba a entrar, tengo ciertas ocupaciones en mi trabajo. Verás, el día de ayer una chica bastante joven fue a comprar una casa. ¿Y sabes cuál es la casualidad? (Alejandro niega con la cabeza). La casa que compró fue por aquí, en el vecindario. Lo más raro es que la mujer no vestía con elegancia y para haber comprado una casa tan lujosa, es porque debe tener mucho dinero.

Alejandro: Seguro así es, aunque no he visto nada extraño. Al parecer aún no se ha mudado.

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CASA MORALES
COCINA

Nicole entra a la cocina de la casa, sorprendiéndose de inmediato al ver que Nataly no ha empezado su trabajo. La elegante mujer decide ir al cuarto donde está la empleada.



Nicole: (despertando desde la puerta a Nataly) ¿¡No te vas a levantar!?

Nataly al oír el grito de Nicole, se levanta de la cama muy alarmada.

Nicole: ¿Sabes en qué estado está la casa? Mateo siempre está comiendo y regando todo por ahí, por tanto todo está sucio y pegajoso. No hay por donde pasar. La bañera también está sucia. Debes lavar toda la ropa primero, con tres hombres en la casa, te será bastante difícil porque ellos ensucian por montones. Hierve toda la ropa y las fundas de almohadas para que queden estériles. No olvides que no puedes echarle a mis vestidos ningún tipo de blanqueador. Una vez termines estas cosas, irás por la tarde al mercado para que llenes la nevera. Todo caducó, todo está vacío. Ah… ¿Y sabes cuánta cantidad de basura hay en los botes? Debes salir a votar todo y dejar todo limpio. No quiero errores ni mucho menos olores asquerosos. Debes además volver a lavar los platos porque en el tiempo que te fuiste, no los lavaba bien. También cámbiale el plato de comida al perro. Por sus alrededores tiene moscas que me están volviendo loca. No se te olvide tampoco bañar a Mateo y llevarlo a la peluquería. Por cierto, también tienes que lavar al perro.

Nataly parpadea sorprendida y un tanto asustada por tantas indicaciones que le ha dado Nicole. La cámara le enfoca a la estricta mujer, los labios, moviéndose seguidamente sin parar al hablar. Luego se muestra el cuello de Nataly, tragando saliva.

Nicole: No hay nada peor que ver a un niño y a un perro sucios. Odio verlos así (suspira). ¿Faltará algo? (se toca el estómago). ¡Ah! Por hablar tanto, me ha dado hambre. ¡Debes preparar el desayuno en quince minutos!

Nicole se retira del cuarto. Nataly se vuelve a recostar en la cama.



Nataly (desesperada): ¡Dios mío! ¿Cuántas cosas por hacer?

Nicole: (gritando desde lejos) ¡Empieza a hacer todo ya! ¿¡Qué estarás esperando!?

Nataly al instante cierra los ojos exasperada. En ese momento se oye una voz.



Alejandro: ¿Arrepentida de haber regresado?

Nataly sorprendida se levanta de la cama, sentándose ahí mientras Alejandro termina de pasar.

Alejandro: Responde, estoy seguro que ya con todo esto, estás cansada y te irás. Ahora mejor dime, ¿dónde está el número que anoté en el billete de lotería?

Nataly: No lo tengo (mintiendo). Ya reclamé mi dinero. Tú mismo lo dijiste… Billete de lotería.

Alejandro ignorando por completo a Nataly, iba a irse del cuarto pero Nataly lo detiene.

Nataly: ¿Sabes cuánto dinero tengo? (sonríe)

Alejandro: (mirándola incrédulo) ¿Acaso te ganaste el premio mayor? (ríe). No debió haber sido mucho lo que ganaste (empuja a Nataly con su dedo en la frente suavemente). ¿Sexto lugar? (vuelve a hacerle lo mismo) ¿Quinto lugar? (lo hace de nuevo) ¿Cuarto?

Justo cuando Alejandro sonriendo iba a hacer lo mismo, Nataly lo detiene molesta.

Nataly: ¿Me desprecias porque soy sirvienta? ¿O porque según tú no tengo dinero? Sino… ¿Por qué no tengo mucha educación?

Alejandro (recio): Las tres.

Nataly: ¿Me despreciarías aún si tuviera más dinero que tú? ¿Podrías?

Alejandro: (ríe) Haber… ¿Cuánto tienes? No me agrada tu persistencia tan maleducada. Tampoco soporto el desprecio que le tienes a Rosita por regresar aquí.

Nataly (molesta): ¿¡Quién dice que le tengo desprecio!?

Alejandro: (la ignora) Tampoco me gusta la excusa que usas para estar aquí: Mateo. Volver a este agujero infernal… ¿En verdad es por él?

MÁS TARDE
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Adriana sale de su casa con ropa muy elegante, para dirigirse al edificio inmobiliario donde trabaja. Se sorprende al ver a Nataly salir de la casa Morales.



Adriana (sorprendida y extrañada): ¿Qué hace esa muchacha en la casa de Alejandro? ¿Acaso se conocen o ella está de visita? O más bien… ¡Claro! Ella debe ser la sirvienta, con razón me parecía tan conocida. Pensé que había renunciado. Me pregunto, ¿por qué razón sigue trabajando allá después de que ya tiene su propia casa y de seguro, más dinero?

Nataly de lejos no se da cuenta de que Adriana la está observando. La joven vota las dos pesadas bolsas de basura en una caneca grande que está fuera de la casa. Luego entra a continuar con sus correspondientes oficios. Por otra parte, Lucía llega al vecindario, cargando cuatro paquetes pequeños. Toca el timbre de la casa de Antonia, entregándole un obsequio, ella agradece feliz, como lo hacen Paty y Carmen a las que también les da su regalo.

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CASA MORALES
SALA

Estando en las escaleras, Nataly hace aseo allí con una aspiradora. Nicole se acerca de repente a ella, con un pañuelo pequeño.



Nicole: Lava esto con mucho cuidado.

Nataly: Claro que sí señora (sonríe).

La muchacha apaga la aspiradora. Posteriormente se estira para alcanzar al pañuelo que Nicole tiene. Ésta no hace mayor esfuerzo en dárselo, y es así como Nataly al tratar de llegar al pañuelo, se resbala por las escaleras, cayendo al instante y recibiendo un golpe leve en la espalda, pues no estaba tan lejos del piso.

Nicole: ¿Estás bien?

Nataly (adolorida): Sí… Estoy bien, Madam.

El día va pasando mientras Nataly hace todo en la casa. La cámara enfoca el interior de una nevera, viéndose a la joven empleada limpiando dentro de ella, con un sacudidor mojado. Luego está introduciendo gran cantidad de ropa en la potente lavadora, poniendo el agua caliente para hervir y sin aplicar blanqueador como lo ordenó Nicole. Más tarde Nataly se encuentra en el amplio estudio, sacudiendo con suavidad los sofás que hay allí, la mesa, los rincones y el estante de libros. Finalmente la joven empleada, se sienta a descansar en una silla, recostando su cabeza en un escritorio.

Nataly (cansada): Ah… Me siento agotada. A este paso voy a morir… Pero antes, tengo que gastar mi dinero. ¿En qué más lo invierto?

Una nube se hace alrededor de Nataly, pensando ver a su amiga Andrea en un almacén el cual está teniendo éxito. Luego se imagina a sus amigas empleadas en un salón de belleza, todas muy felices mientras ella sonríe.

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CASA DE RICARDO

Ya es de noche, Antonia termina de prepararle la cena a Ricardo quien está sentado en una silla frente a la mesa de comedor.



Antonia: (pone el plato de sopa en la mesa) Tenga cuidado, la sopa está muy caliente.

Ricardo con una cuchara bebe bruscamente la sopa, saltando unas goteras a la frente de Antonia. Ésta se toca, sin quejarse. Ricardo preocupado sube con rapidez las escaleras, entra a su cuarto y toma una pomada. Luego baja de nuevo al comedor, y le aplica un poco a la frente de Antonia.

Antonia (extrañada): ¿Por qué hace esto?

Ricardo: Me sentiré culpable si te queda una cicatriz. Como dijiste, la sopa está bastante caliente (sonríe).

Por otra parte, en la casa Morales, Alejandro llega de la corporación de su padre. Al entrar a su habitación, ve a Nataly en el piso, durmiendo.



Alejandro: (despertándola con el pie) ¡Levántate! ¡Oye, levántate!

Nataly asustada se despierta, levantándose de inmediato; quedando sentada en el piso.

Alejandro: ¿Por qué duermes en un cuarto que no es tuyo? Además, hoy en la mañana te levantaste tarde y ahora estás de nuevo durmiendo, y no son ni siquiera las ocho de la noche. ¿¡Acaso estás poseída por un espíritu dormilón!?

Nataly: No exageres, he trabajado muy duro todo el día (se termina de parar).

Alejandro: Mejor ve por unas pastillas. Tengo dolor de cabeza y fiebre… Por culpa de alguien (se refiere a ella).

Nataly: (se da cuenta de su indirecta) Entonces dame dinero (estira la mano).

Alejandro suspira y saca su billetera, sorprendiéndose al ver que solo tiene un par de billetes, pues está en quiebra.

Alejandro: Eh… Cómpralo con tu dinero. Debes tener algo ¿no? Tu paga subirá, así que no te preocupes.

Nataly: Pues eso espero…

Nataly sale de la habitación de Alejandro. Luego sale de la casa y va a una farmacia que está cercana. Carmen de lejos la logra ver, sorprendiéndose al ver que Nataly está de nuevo trabajando en el vecindario. Nataly dentro de la farmacia, compra varias pastillas como se le indicó. Justo cuando iba a salir, se encuentra a Ricardo que también entra a la droguería.



Ricardo: ¡Oh! ¿Qué haces aquí? ¿Estás enferma?

Nataly: (lo niega con la cabeza) No… Esto es para tu amigo Alejandro, que tiene dolor de cabeza.

Ricardo (sorprendido): ¿Estás de nuevo trabajando donde él? ¡Qué sorpresa!

Nataly: Sí. Mejor me voy ya, no quiero recibir regaños.

Ricardo: ¡Aguarda Nataly! Nos iremos juntos. Espera a que compre una pomada, acabé la que tenía.

Nataly acepta un tanto incómoda. No muy lejos de allí, Carmen está reunida con las otras tres empleadas: Paty, Antonia y Lucía.



Paty: ¡Oye, pelotuda! ¿Qué es lo que nos querías decir?

Antonia: También tengo curiosidad. Nos llamaste a nosotras tres para que nos reuniéramos aquí. ¿Para qué es?

Carmen: No me vayan a decir chismosa, ni que invento cosas… Pero ahorita me pareció ver a Nataly en el vecindario.

Paty: Vos debés de estar loca boluda, dudo que haya vuelto. ¿Por qué motivo estaría por aquí?

Lucía: Es cierto. No creo que haya regresado a trabajar para esa casa.

Paty: (señalando a Nataly que viene con Ricardo) ¡Miren! ¡Por lo visto sí es cierto!

Las empleadas muy alegres le gritan a Nataly para que ella las vea. La muchacha al escucharlas, va corriendo hacia ellas. El grupo de empleadas forman un círculo abrazadas y saltando felices e infantilmente.

Antonia (feliz): ¿Cuándo regresaste?



Nataly: ¡No importa! Lo importante es que de nuevo estamos reunidas (sonríe).

Ricardo sonríe al verlas a todas reunidas y muy alegres.

AL DÍA SIGUIENTE
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CASA DE RICARDO
JARDÍN

Ricardo desayuna en compañía de Adriana que está de visita. Antonia molesta y celosa, les trae el café. Al retirarse, mira enojada a Adriana.



Adriana: ¿Si estás satisfecho con ella? (él asiente con la cabeza). Te estoy preguntando si cuida bien de la casa.

Ricardo: Por supuesto. No creo que la vaya a despedir algún día. Hace un excelente trabajo.

Adriana: (ríe) ¿Así? No parece, seguro hace una mala limpieza. Además es una coqueta. Me he dado cuenta como te mira. Despídela.

Ricardo: No hables mal de Antonia.

Adriana: ¿Acaso tienes algo con ella?

Ricardo: Claro que no, ¿por qué lo dices? Además, la coqueta eres tú. Sé que te interesa Alejandro.

Adriana: Él ya es padre.

Ricardo: Eso crees tú… Alejandro no es padre (Adriana abre los ojos de la sorpresa).

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Nataly acaba de salir de la casa Morales. Con mucho cuidado, se acerca su casa, que no está muy lejos. Al estar frente a ella, sonríe. Mira a todos sus lados, con el fin de que nadie la vea. Al no ver a nadie cerca, entra y posteriormente, cierra la puerta.



Nataly: ¡Al fin cumplo mi sueño! Y el de mi mamá…

La joven saca del bolsillo del uniforme de empleada, el cual lleva puesto, su celular. Le marca a Fernando, quien está en su oficina de préstamos.

Fernando: (contesta) ¿Hola?

Nataly: Buenos días señor Fernando. Mi llamada se debe a una pregunta… ¿No hay ningún problema con que yo haya comprado una casa?

Fernando: Claro que no, siempre y cuando no vivas en ella, en caso de que no quieras que nadie del vecindario se entere.

Nataly: (sonríe) Me parece bien. Lo que pasa es que además, quería cumplir el sueño de mi difunta mamá, que era tener una casa propia. Desde su tumba, debe estar muy feliz (triste). La extraño… (Llorando) Ella trabajó toda su vida como sirvienta por mi culpa, nunca la trataron de una forma especial… (Llorando más fuerte) Quiero hacer su vida próspera haciendo esto… La extraño.

Fernando le cuelga a Nataly. Ésta se da cuenta, al darse cuenta, llora con muchísima más potencia. Unas horas más tarde, la joven empleada está limpiando el cuarto de Alejandro. Éste entra, molestándose al ver a Nataly allí.



Alejandro: ¿Qué haces en mi habitación? No me gusta que entres. ¿Acaso intentas seducirme? ¿Es por eso que volviste? ¿Para seducir al hijo de una familia rica?

Nataly se ofende sumamente por las palabras de Alejandro, sintiéndose por dentro bastante humillada y despreciada. La muchacha con rapidez, entra a su cuarto, se desliza por la puerta.

Nataly (triste): Entonces me desprecia realmente… (Suspira)

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CASA DE RICAROD
CUARTO DE HUÉSPEDES

Las cuatro empleadas: Paty, Carmen, Antonia y Lucía, están reunidas en el cuarto de huéspedes de la casa de Ricardo. Allí es donde se reúnen con frecuencia las empleadas.



Paty: Estén listas boludas. El juego ya va a comenzar…

Carmen: No te aceleres tanto argentina, todavía no ha salido el presentador a decir los lugares ganadores de la lotería. Sigamos mientras tanto jugando cartas.

Todas siguen jugando cartas. Lucía las reparte. Afuera de la casa, Nataly llega. Ricardo la logra ver, deteniéndola.



Ricardo: ¿Vas para mi casa?

Nataly (desanimada): Sí… No me siento bien. Tal vez me mejore estando con las empleadas. Permiso.

Nataly termina de entrar a la casa de Ricardo. Éste se queda un tanto preocupado. La muchacha ingresa al cuarto donde están todas, luego se acuesta en la cama que hay allí.

Carmen: (se acerca a Nataly) Nataly, ¿qué te pasa? Estás pálida…

Antonia: Es cierto, creo que está enferma.

Lucía le toca la frente a la muchacha, asustándose al ver que Nataly tiene fiebre.

Lucía (preocupada): Está ardiendo en fiebre.

Lucía le pone una cobija a Nataly.

Paty: ¿Querés Nataly que te prepare un plato de cereal?

Nataly: Estoy bien… Vine aquí porque es más cómodo que en esa casa. Sigan jugando.

Lucía: Sí, déjenla dormir.

Las cuatro de alejan de Nataly, continuando jugando cartas, haciendo ruido, cosa que molesta a la muchacha. Ésta prefiere soportarlo. El presentador de la lotería empieza a decir los números y colores ganadores. Mientras lo hace, Paty va confirmando con el billete que todas compraron, mientras las demás van jugando cartas.

Paty (sorprendida): ¡Chicas! Tenemos un lugar en la lotería.

Carmen, Antonia y Lucía con atención escuchan a la argentina.

Antonia: ¿Estás segura? Recuerda que cada número debe estar en una misma fila y las pelotas deben de tener el color que dijeron en la televisión.

Paty: ¡Que sí boluda! ¡Mirá!

Antonia se arrima a Paty, sorprendiéndose. Las otras dos hacen lo mismo.

Antonia (emocionada): ¡Tenemos el cuarto lugar! Debemos pensar en cuánto dividirlo.

Lucía: Son doscientos dólares. Si lo dividimos entre cinco, a cada una le tocaría cuarenta dólares.

Antonia (avara): Debemos de dejar fuera a Nataly, ella no nos dio nada para comprar este billete de lotería.

Paty (también avara): Eso es cierto. Ésta pelotuda tiene razón.

Lucía (molesta): ¿Cómo pueden ser así? Yo tengo razón, ¿verdad Carmen?

Carmen: Pues no sé… Votemos. ¿Quién dice que dejemos fuera a Nataly?

Carmen alza el brazo, confirmando por su cuenta la pregunta. Las otras dos empleadas también hacen lo mismo.

Lucía (indignada): Si se divide en cinco son cuarenta dólares, y si lo dividimos en cuatro: Serían cincuenta dólares. ¿Cómo pueden ser tan tacañas? Son solo diez dólares más para cada una.

Antonia: Ahora que lo recuerdo, cuando compramos el billete, yo te presté dinero a ti para que aportaras, así que deberíamos dejarte fuera.

Paty: ¡Entonces dividámoslo en tres! Osea un poco más de sesenta dólares.

Carmen: Además Lucía, seguro a ti te pagan más que a nosotras. Claro, como solo cocinas y meneas el trasero. Es por eso que el vejestorio de tu patrón actúa así de amable contigo.

Lucía (enojada): ¿Estás diciendo que Alonso me compra por…? ¡Dios mío! Esto es el colmo. No pensé que ustedes fueran así, que se comportaran de esa manera. Son unas avaras. No se van a volver ricas por unos cuantos dólares.

Carmen: ¡No nos cambies de tema! Admítelo, tienes algo con ese vejete.

Lucía se para al igual que las demás. Las cuatro empiezan una discusión. De un momento dado, Ricardo abre la puerta furioso. Las empleadas se asustan, sentándose en el piso.



Ricardo (muy enojado): ¡YA BASTA! ¿¡Cómo pueden pelear en frente de alguien enfermo!? ¿Están consientes? Todo esto es solo por diez dólares más. Se los regalaré a todas para que dejen de pelear. ¡Animales hambrientos de dinero!

Ricardo le da una patada a la alfombra donde están todas las cartas. Va y carga a Nataly, quien está sorprendida por lo sucedido.

Ricardo: Si estarán todas aquí peleando, entonces no vuelvan nunca más.



Justo cuando Ricardo iba a atravesar la puerta, se encuentra allí mismo a Alejandro, que está bastante sorprendido por lo que ve. Ricardo pasa aún cargando en sus brazos a Nataly, sin lastimarla. Alejandro termina de sorprenderse, sintiendo por dentro algo de celos, aunque le cueste admitirlo.

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